Los niños necesitan amor incondicional. A veces los niños discuten, son agresivos o actúan con enfado, desafiando a los adultos. Hay muchas razones por las que los niños actúan de esta manera y puede ser el resultado de una combinación de genética, crianza y exposición al medio ambiente.

Puedes seguir algunas pautas para corregir el comportamiento no deseado de los hijos:

• Evita reaccionar negativamente. Cuando un niño haga una pataleta o berrinche, evita otorgarle lo que busca conseguir, ya que esto hará que el niño piense que puede conseguir las cosas haciendo pataletas. No reacciones gritándolo, ya que la atención negativa es peor que la falta de atención. Si los padres ignoran las pataletas, ese comportamiento será menos frecuente.
• Mantén una actitud positiva. No etiquetes a tu hijo de “malo” diciéndole que es “caprichoso”, ya que estarás sembrando en él que será así. Cuando tu hijo se porte mal, hazle recordar momentos en que si se comportó bien, diciéndole que él si puede comportarse bien. “Ayer comiste tu comida tranquilo”, “ayer terminaste tu tarea sin dificultad”.
• Evita el castigo corporal. Los estudios científicos han demostrado que el castigo corporal es muy dañino para la salud emocional, el comportamiento, el desarrollo cognitivo y el desempeño académico de los niños. Aunque creas que tus padres lo hicieron contigo y tu estás bien, ahora sabemos que muchas de las reacciones de nuestra generación, son el resultado de haber crecido en un ambiente en el que el castigo corporal fue aceptado. Hoy en día somos conscientes de que esa no es manera de disciplinar. Los niños no deben dejar de portarse mal para evitar un golpe. Más bien, debemos lograr que en adelante, se porten bien por consciencia propia.
• Ten auto-conciencia sobre tu reacción. Analiza la manera en que tu reaccionas al mal comportamiento de tu hijo. Si levantas la voz o haces gestos, ellos aprenderán de ti a reaccionar igual ante las adversidades. Si no puedes controlar tus propias reacciones, planea apartarte unos momentos de tu hijo (dejándolo sólo si es seguro), y luego vuelve junto a él para corregirlo. Haz planes para buscar corrección a tu propio comportamiento a largo plazo, cuidando mucho el tono que utilizas y logrando no perder la calma.
• Dale validez a los sentimientos de tu hijo antes de disciplinarlo. Los hijos no se comportan mal sólo para molestar a los padres y siempre existe un motivo para su comportamiento. Identifica, etiqueta y evalúa la causa del comportamiento de tu hijo para así lograr una medida de disciplina justa. Tu hijo entenderá mejor el método de disciplina si le das la oportunidad de explicar lo que hizo. “Debes estar muy aburrido porque no trajimos tus juguetes y estamos varias horas fuera de casa”, seguido de un castigo por haber tirado algo al piso como berrinche, es mejor que castigarlo sin que se sienta validado.
• Establece hábitos que sean fáciles de seguir y eviten los malos comportamientos. Dales a tus hijos una rutina diaria, con reglas a seguir. Si los niños saben que pueden jugar mientras tu preparas la cena, ellos no se molestarán si el juego tiene que parar para sentarse a la mesa. Si sales a la calle, explícale lo que harán y lleva juguetes, libros, meriendas, y todo lo necesario para mantenerlo entretenido. Los hábitos se forman con consistencia.

Cuando los niños mantienen consistentemente un comportamiento inadecuado, cuando es muy difícil para los padres y maestros manejar su conducta, o cuando estos comportamientos perturbadores no sean comunes para la edad del niño, es posible que se le diagnostique con un trastorno del comportamiento o de la conducta. Es necesaria una evaluación y tratamiento en forma temprana por un psicólogo especialista en niños. Algunos de los problemas de conducta en la escuela, por ejemplo, pueden estar relacionados a problemas de aprendizaje. Un especialista puede evaluar los comportamientos de una manera integral y realizar un plan de intervención adecuado en el hogar y la escuela. Los padres no debemos dejar pasar el tiempo y debemos ayudar a los hijos, para que ellos y la familia sean más felices.

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La Doctora Monica Oganes, Ph.D. tiene estudios universitarios en neuropsicología clínica pediátrica y psicología escolar. Con casi dos décadas como conferencista en EEUU e internacionalmente, ella da entrenamiento a psicólogos, educadores y padres para lograr el mejoramiento del aprendizaje y la conducta de los niños cultural y lingüísticamente distintos.